Sergio W
lunes, 7 de mayo de 2012
Eterno instante
Una cerveza que nunca se acaba. Una canción que se para en el momento más inoportuno. El ruido de fondo en un bar, apagado por la fuerza de un beso. Un instante que lo cambiaría todo. Porque, cuando Johanna y aquel misterioso chico de ojos castaños se besaron, nada volvió a ser lo mismo. Johanna no sabía su nombre, pero sí conocía su historia. Sabía que sus padres habían muerto cuando tenía catorce años. Sabía que había escapado de casa de sus tíos a los dieciséis y que volvió dos años más tarde. Pero no sabía su nombre. Quizás fue el azar, posiblemente, el destino, pero, aquella noche, la vida de Johanna cambió para siempre.
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