miércoles, 4 de mayo de 2011

"Sueños rotos", por Mctwisps

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Sueños rotos


La obra de su vida, aquella por la que había luchado durante meses contra cientos de aspirantes, aquella con la que había soñado desde su juventud, aquella que le había robado la alegría, aquella que había borrado su ilusión, aquella que estaba acabando con su vida...
Su condena comenzó el primer día de ensayos cuando conoció al que sería su amor y su verdugo, Ryan, un chico rubio, alto, de ojos azules, simpático, cariñoso, el chico perfecto para ella, pero tenía que soportar como él besaba a su novia delante suya, cómo la abrazaba, cómo la acariciaba, cómo la quería, pensó que podría soportarlo, se engañó a sí misma, diciéndose que no le afectaría, pero solo era eso, un engaño.
Tras dos meses de ensayos no podía con su vida, sus ojos que antes transmitían alegría ahora solo expresaban tristeza y vacío, un vacío que sentía en cada parte de su cuerpo, ya en lugar de corazón tenía un trozo de escombro, gris y duro. No podía soportarlo más se estaba volviendo loca. Cada vez que tenía que besarle para algún acto, cerraba los ojos e intentaba pensar en algo que no fuera ese beso falso, ni esa falsa ternura, pero era incapaz.
El pánico se había adueñado de ella no sabía qué hacer para acabar con aquella tortura. Pensó que tal vez un salto sería la solución, un salto con la suficiente altitud para acabar con su pena, con su amor, con su vida. Pero sabía que no sería lo bastante valiente. Tampoco podía dejar la obra, pues defraudaría a demasiada gente. Se le ocurrió que, tal vez, si no había lugar para hacer la obra todo acabaría, se suspenderían los ensayos y su condena terminaría.
Aquella tarde cogió uno de los bidones de gasolina que guardaba en el garaje y un mechero, después salió de su casa lo bastante pronto para que no hubiera nadie en el teatro, y así fue, roció el telón de gasolina y solo tuvo que acercar un poco el mechero para prenderle fuego. Salió pensando que su condena había terminado. Pero cuando llegó a la entrada vio el coche de Ryan aparcado, miró en todas las direcciones, pero no lo encontró. ¿Y si había entrado?, él no podía morir por su culpa, jamás se lo perdonaría. Así que se adentró en el edificio en llamas, buscó por todas partes, pero no lo encontró, eso quería decir que él no estaba dentro. Miró hacia la salida y el brillo de las llamas se reflejó en sus ojos, ya ea demasiado tarde para salir, solo le quedaba esperar la muerte. El calor era insoportable, el aire no llegaba a sus pulmones, se fundió dentro de su cárcel, la cárcel con la que había soñado años antes, la cárcel en la que su vida se consumió por amor.


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