Una quedada como cualquier otra, con un punto especial: era el único pase de un concierto de Green Day en el cine.
Entramos en la sala. Se apagan las luces, y, expectantes, vemos la introducción al concierto. Gritos varios, cantos de sus canciones. Unos ríen, otros miran fijamente a la pantalla. Y un pequeño grupo llora.
La mayoría de los integrantes de éste último se emocionan al ver a su grupo favorito. Y uno de ellos no llora debido a la genial música. Sino que, sin embargo, no puede evitar mirar en otra dirección que no sea esa.
Y eso le mata. Con cada beso, una lágrima caía. Con cada lágrima, el dolor del corazón se hacía más fuerte. Hasta que decido arrinconarme en mi butaca. Doblar las piernas y colocar los pies en ésta. Esconder mi cabeza, e intentar que la música ahogue mis penas. Entonces le oigo llamarme por mi nombre. Me tiende la mano. Observo la situación. Todo el grupo está en pie, bailando y cantando "21 Guns". Me seco las lágrimas y acepto su mano. "Qué buen amigo", pienso. Me sonríe y es el turno de abrazarla. Entonces, vuelvo a ver ese beso, y entristezco. Me siento, además, mal, por parecer que le odio. Y nada se aleja más de ese sentimiento, sino que, yo soy el que se odia porque pretendo amar a su alma gemela.
Pasa el tiempo, el concierto ya acabó, y ella entra en mi coche para ser llevada a su casa. Nos ponemos ha hablar, como siempre, y a comentar el gran concierto del que acabamos de ser testigos. Entonces llega ell momento de la despedida. Un abrazo. El mejor de mi vida. Siento que mi corazón vuelve a sangrar- me siento vivo. Pero ella hace ademán de soltarse, y dejo de rodearla con los brazos. Ella se dirige a su portal, y yo hacia mi coche. Le dedico un gesto de despedida a través del cristal. Ella ya ha entrado en su urbanización, y me vuelvo a sentir muerto.
Oigo el fuerte ruido del motor disponiéndose a crear la energía para el movimiento del coche. Dejo atrás esa calle, y tomo el camino hacia mi casa. El camino de la amargura.
SJ Kitten.
Pasa el tiempo, el concierto ya acabó, y ella entra en mi coche para ser llevada a su casa. Nos ponemos ha hablar, como siempre, y a comentar el gran concierto del que acabamos de ser testigos. Entonces llega ell momento de la despedida. Un abrazo. El mejor de mi vida. Siento que mi corazón vuelve a sangrar- me siento vivo. Pero ella hace ademán de soltarse, y dejo de rodearla con los brazos. Ella se dirige a su portal, y yo hacia mi coche. Le dedico un gesto de despedida a través del cristal. Ella ya ha entrado en su urbanización, y me vuelvo a sentir muerto.
Oigo el fuerte ruido del motor disponiéndose a crear la energía para el movimiento del coche. Dejo atrás esa calle, y tomo el camino hacia mi casa. El camino de la amargura.
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