domingo, 12 de diciembre de 2010

Mundo Muerto. Capítulo Uno: Rota hermosura.


 La rosa fue extraída suavemente de su corazón por Zoe.
 Edgar sintió como brotaba la sangre a borbotones y vio en las manos de la joven la causa de su dolor.
  -Ya no tienes por qué sufrir-comenzó la chica-. He matado a tu antiguo amor.

 Edgar observó a la chica. No podía tener más de quince años. Su cabello era tan negro como el cielo de aquella noche de un futuro cercano donde el mundo estaba ya podrido, y le llegaba hasta la cintura. Sus ojos eran rojo escarlata, el color de la sangre. Su tez blanca deslumbró al chico cuando éste se fijó en ella. Vestía un abrigo negro decorado con el dibujo de una rosa roja que mostraba perfección y unas cadenas de plata. Llevaba unos pantalones de cuero negro que le marcaban sus delgadas piernas. Sus zapatos eran de plataforma de no más de cinco centímetros, de color morado con un estampado de una calavera de una reconocida película de animación de los años 90 de la Antigua Era. Esas zapatillas podrían llegar a tener perfectamente unos cincuenta años.

  -¿No era ella la causa de tu suicidio?-preguntó Zoe.
  -Eh... sí...-logró decir Edgar.

 Edgar había intentado matarse con su rosa. El único ser vivo que Edgar creía que vivía en al menos mil kilómetros.
 Quiso quitarse la vida porque ella había concebido una nueva rosa. Debido a la soledad que asolaba al chico la locura había consumido su ser, y éste se creía el marido de la rosa, y pensó que le había traicionado.

 Era tan hermosa... Pero ya no. Zoe había roto su hermosura.

 Sin embargo, Edgar descubrió que Zoe era aún más hermosa que la rosa muerta. Era la personificación de la belleza.

 Edgar se puso en pie rápidamente.
  -Gracias.
  -Espero que me puedas devolver el favor -dijo Zoe.

 Entonces, acercó el rostro del joven a sus labios, y un profundo y ardiente beso se produjo entre los dos.
 Era el único amor que existía en el Mundo Muerto.

 Tras unos instantes, Zoe se separó de él.

  -Hay habladurías entre los Horrendos. Se habla de una zona viva. Espero que puedas acompañarme a buscarla.
 
Edgar, aún sorprendido por aquel gesto de amor, asintió.
Zoe había despertado en él un sentimiento que jamás había sentido. El verdadero amor.

  -Te pondré al corriente durante el camino.

CONTINUARÁ...

SJ Kitten

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