El viernes me encontraba triste. Más que de costumbre. Mi mente seguía en la noche anterior. En el dolor de la noche anterior, principalmente.
Creo que mis compañeros de clase ya se han acostumbrado a verme llorar, de repente, sin motivo aparente.
O al menos, a mantener las distancias.
Durante el almuerzo, ya en casa, volvieron a salir lágrimas de mis ojos. "Mierda. ¿Por qué te pones a llorar ahora, delante de tu padre y de tu hermana?". Evadí la pregunta ¿Qué te pasa? y fui a recoger la cocina. Durante el día conseguí alejarme de ellos, y éstos no intentaron preguntarme nada más. A diferencia de la mañana de ayer.
Comenzó con la misma pregunta. Una y otra vez. Esta vez participando mi madre. Comenzaron a "picarme" para que se lo contara. Y, entre lágrimas y rabia, salió un "La amo desde hace cinco años y no puedo hacer nada".
Cerré con violencia la puerta de mi cuarto, me introducí en la cama tapándome con el edredón de pies a cabeza y me puse a escuchar "Ambrosia" sin parar durante una hora al volumen más alto que me permitía mi móvil.
No sé por qué, pero esa canción me tranquiliza. Hace que salga todo de mí. Por eso me gusta.
SJ Kitten.
Cerré con violencia la puerta de mi cuarto, me introducí en la cama tapándome con el edredón de pies a cabeza y me puse a escuchar "Ambrosia" sin parar durante una hora al volumen más alto que me permitía mi móvil.
No sé por qué, pero esa canción me tranquiliza. Hace que salga todo de mí. Por eso me gusta.
SJ Kitten.
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